Dos vidas y dos obras

Pocos premios tan lógicos, tan sensatos, como el premio Vida y Obra que el Ministerio de Cultura acaba de concederle al director Jorge Alí Triana. Él no solo ha estado detrás de algunas de las producciones más importantes de nuestro teatro, nuestra televisión y nuestro cine de estas últimas cinco décadas –para probarlo bastaría citar títulos como los de las películas ‘Tiempo de morir’ y ‘Edipo alcalde’, como los de las series ‘El Cristo de espaldas’, ‘Los pecados de Inés de Hinojosa’ y ‘Maten al león’, y como los de las adaptaciones teatrales de ‘Doña Flor y sus dos maridos’ y ‘La fiesta del Chivo’–, sino que, como si fuera poco, sigue vigente: sigue proponiendo, desde una productora familiar llamada Dramax, algunas de las realizaciones que continúan teniendo en vilo a los colombianos.

En medio de las noticias duras, los reconocimientos a esas dos vidas y a esas dos obras, que han encarado cada cual a su manera los dramas y las violencias de nuestra suma de culturas, resultan bocanadas de aire: notar todo lo que han entregado el gran narrador Triana y la estupenda concertista Gómez a este país, y a este mundo, habla bien de una nación que poco suele ser generosa consigo misma.

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